El peso acumula una devaluación del 35% desde que el dólar empezó a “flotar”

Desde que el Gobierno abandonó el crawling peg y pasó al esquema de flotación entre bandas, la devaluación acumulada ya roza el 35%. Una suba que en otro contexto hubiera encendido todas las alarmas inflacionarias, pero que hoy está amortiguada por un freno brutal de la actividad. 

De todas formas, las consecuencias se empiezan a sentir fuerte. La primera víctima fue la cadena de pagos en el sector energético. Tal como reveló LPO, las generadoras acumulan deudas con Cammesa y la caja se empieza a tensionar. Esto obliga al Estado a girar más subsidios, justo cuando necesita achicar el déficit. Los usuarios pagan menos de la mitad del costo real de la energía, por lo que cada salto del dólar se agranda el agujero fiscal. 

El problema es que Argentina no tiene financiamiento externo. Cada dólar que se usa para pagar deuda sale del superávit. Con un dólar más caro, se necesitan más pesos para comprar la misma cantidad de divisas. O sea, hay que recaudar más o ajustar más. En el Palacio de Hacienda reconocen en voz baja que la “asfixia fiscal” es real. 

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La inflación, en tanto, se mantiene bajo control, pero por razones que no son sostenibles. El pass-through se mantiene moderado porque el consumo está planchado. La recesión funciona como una tapa de olla que mantiene el vapor adentro. Pero si la actividad se reactiva, el pass-through podría acelerar y llevar la inflación a otra velocidad. “Hoy el ancla es la recesión. Cuando se suelte, hay que agarrarse fuerte”, resumió un operador. 

Hoy el ancla es la recesión. Cuando se suelte, hay que agarrarse fuerte.

Las empresas de consumo masivo habían prometido no remarcar hasta los $1.400. Ahora que el dólar perforó ese nivel, en los comercios ya esperan listas nuevas con aumentos. “No podemos aguantar más”, afirmó a LPO el gerente de una alimenticia. 

El FMI observa la escena con el ceño fruncido. Argentina es su principal deudor y Kristalina Georgieva le prestó al país más que a Ucrania, un aliado invadido por el enemigo. En Washington algunos funcionarios murmuran que, con cada nuevo giro de fondos, el organismo queda más expuesto. 

 El historial de fracasos que acredita la relacion del Fondo con la Argentina es largo y pesado. Christine Lagarde salió de escena después del stand-by de 2018, David Lipton dejó el directorio tras la renegociación fallida, y Gita Gopinath hoy saluda desde Harvard. La sensación en el staff es que cada vez que firman un acuerdo con Buenos Aires, firman también su renuncia. 

Mientras tanto, el Gobierno sigue apostando a llegar entero al 26 de octubre. El plan es claro: dólar en el techo de la banda, tasas altas y financiamiento del FMI. 





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