Lo que comenzó como un acto institucional terminó siendo un punto de inflexión. La presidencia del Concejo —pieza clave para la gobernabilidad— quedó en manos de la oposición. Y ese movimiento, lejos de pasar desapercibido, fue el síntoma más claro de un cambio profundo en la correlación de fuerzas.
Una nueva correlación de poder
La nueva composición del cuerpo quedó de la siguiente manera: por Somos Buenos Aires – UCR asumieron Gimena Forio y Emanuel Carlon, que se sumaron junto a sus pares: Federico Ascat, Ana Paola Colantuono, Claudia Echauri, Miriam Ferrari, Fernando Imaz. Por Fuerza Patria asumieron, Marcelo Bentaberry, Rosana Didio y Marcos Santilli que compartirán bloque con Alejandro Troncoso, Marcela Guisande. Finalmente, por Libertad Avanza lo hicieron Marisa Darguibel y Leandro Angiolini.
A simple vista, el reparto anticipaba un Concejo parejo, sin mayorías automáticas y con la necesidad inevitable de negociar. Pero el desarrollo de la sesión reveló algo más profundo: los votos podían inclinarse de un modo que hasta hace pocas semanas parecía improbable.
El gris de la sesión: entre la norma y la confusión
La ley orgánica municipal es clara: quien preside la sesión de jura debe ser la persona de mayor edad de la fuerza ganadora. En este caso, Roxana Didío. Pero la sesión, lejos de fluir con normalidad, se convirtió en un laberinto de dudas, titubeos y silencios. Hubo momentos en los que el público —y, a juzgar por sus reacciones, incluso algunos concejales— desconocían qué se estaba votando o cuál era la interpretación correcta de la norma.
La desprolijidad no fue un detalle técnico: fue una señal política. La falta de claridad en un acto tan básico como la jura de autoridades expuso una mezcla de nervios, inexperiencia y sobre todo ausencia de conducción institucional.
No fue exagerado que más de un asistente describiera el clima como “un acto de jardín”.
La votación clave: el empate que cambió todo
La elección del nuevo presidente del Concejo marcó el quiebre. El oficialismo propuso a Miriam Ferrari; el PJ, a Marcelo Bentaberry; Libertad Avanza eligió no presentar candidato. El resultado fue un empate: 7 votos para Ferrari y 7 para Bentaberry.
Ese empate fue el momento exacto en que el Ejecutivo quedó en jaque. La ley establece que, ante paridad, se impone la fuerza ganadora de las últimas elecciones. Ese lugar le correspondía al bloque que integraba Bentaberry.
Así, tras 14 años de hegemonía, el Ejecutivo perdió la presidencia del Concejo.
Las caras de la primera fila lo sintetizaron todo: sorpresa, molestia, frustración. Incluso el jefe de gabinete, al pasar junto al equipo de Diario Ayacucho, expresó con evidente malestar: “Parece que nació una alianza entre La Libertad Avanza y el peronismo”. Una frase que más que análisis, reveló desconcierto. Más aún considerando que —según contamos en varias oportunidades— el propio oficialismo mantuvo al menos cinco reuniones con Libertad Avanza, ofreciéndoles cargos y lugares en la estructura para intentar conservar la presidencia.
Resulta contradictorio que quienes intentaron cerrar un acuerdo ahora acusen a otros de haberlo hecho.
El episodio más confuso: la vicepresidencia primera
La votación para vicepresidente primero dejó en evidencia el desconcierto procedimental. Fuerza Patria propuso a Marcos Santilli (obtuvo 5 votos). El oficialismo postuló a Paola Colantuono (7 votos). Libertad Avanza propuso a Leandro Angiolini (otros 7 votos).
Lo lógico —según la Ley Orgánica Municipal— era que, habiendo ya presidente, el empate entre los dos más votados se resolviera con el voto doble de Bentaberry pero lo que nunca se hizo es que Bentaberry asuma su rol como presidente. Aunque hay varias lecturas, a nuestro humilde entender se debía haber definidó entre Colantuono y Angiolini. Porque incluso quien desempata es la presidente, debería de haber dicho Didio “Mi voto es para…”
Pero ocurrió algo difícil de justificar: fue proclamado como ganador el candidato con menos votos y con mas votos negativos, Santilli. Incluso Miriam Ferrari quien había sido la presidenta hasta esta sesión fue la que lo menciono, en su locución aplico la LOM y dijo que la fuerza ganadora obtiene la vicepresidencia primero, pero no es así. Este ariculo se aplica cuando hay empate entre una fuerza y la fuerza ganadora, en este caso la fuerza ganadora tenía menos votos, lo que se debía hacer es un desempate. Una pregunta mas ¿A ningún concejal se les ocurrió hacer un cuarto intermedio.
Es complejo tener que explicar todo lo que se hizo mal, en fin. Seguimos:
Más allá de la interpretación política, la irregularidad procedimental es evidente. No se aplicó la norma, no se explicó nada, no se repitió la votación y se hizo figurar como electo a quien no tenía la mayoría relativa. Para un Concejo que inicia un nuevo ciclo, no es un dato menor: la institucionalidad no se improvisa. Guarda, quizás los equivocados somos nosotros.
La secretaria del Concejo otro dato mas:
La secretaria del consejo quedó a cargo de Federido Pepe, propuesto por la libertad avanza y acompañado por los votos del Peronismo.
Aunque el Pj había propuesto candidato, después de quedar 9 negativos a 5 positivos, decidió acompañar el candidato propuesto por La Libertad Avanza. Por su parte, el oficialismo no propuso candidato. Un paréntesis hago para subrayar el famoso acuerdo que dicen que hay entre LLA y PJ. ¿Si el oficialismo le votaba la presidencia al Pj, no habría generado alguna clase de conflicto entre las partes que presuntamente tienen un acuerdo? Digo nada más, un detalle que se les escapo al oficialismo.
¿El día y horario de las sesiones para el 2026?
Como parte del orden del día estaba establecer el nuevo día y horario para las sesiones del año 2026, un detalle que también se les escapo a todos los concejales que terminaron la sesión después de nombrar las nuevas autoridades. Por el momento, no sabemos que día y a qué hora serán las sesiones en el 2026
Críticas inevitables: ¿falta de preparación o falta de voluntad?
Hay algo que no puede pasar inadvertido: una jura legislativa no es un escenario para la improvisación. Los concejales que asumían, así como aquellos con medio mandato cumplido, tienen la responsabilidad de conocer el reglamento, intervenir cuando corresponde y garantizar claridad. Nada de eso ocurrió.
El silencio de quienes sí sabían qué correspondía hacer fue tan llamativo como la confusión de quienes evidentemente no lo sabían. Una sesión de jura debería ser un ejemplo de orden democrático; esta fue todo lo contrario.
Lo que viene: un nuevo mapa político
Más allá del caos, el dato central es contundente: el Ejecutivo ya no tiene el control del Concejo. Y eso implica una nueva etapa para Ayacucho.
Ya no habrá aprobaciones automáticas. Ya no alcanzará con bajar línea. Ya no servirá confiar en acuerdos discretos. El Ejecutivo deberá negociar con alguna de las dos fuerzas opositoras para sostener su agenda, deberá justificarse más, explicar más y someter cada proyecto a debate real.
Es, sin duda, un desafío. Pero también una oportunidad: la democracia se fortalece con contrapesos, no con hegemonías cómodas.
La oposición, por su parte, deberá demostrar que su rol no es simplemente “ganar una votación”, sino gestionar con seriedad un cuerpo deliberativo que exige presencia, rigor y capacidad de diálogo.
Un cierre abierto
La sesión del 5 de diciembre marcó un antes y un después. Pudo ser más prolija, más clara y más ordenada, pero aun así dejó una lección política contundente: cuando hay paridad, cada voto vale. Y cuando cada voto vale, la política se vuelve más honesta, más visible y más exigida.
El Ejecutivo está en jaque, sí. Pero el jaque no es derrota: es advertencia. Dependerá de cómo se muevan las piezas en los próximos dos años.
Ayacucho tiene por delante un ciclo de mayor control, mayor debate y, esperamos, mayor transparencia. Si quienes asumen la responsabilidad de conducir el Concejo comprenden la magnitud del momento, este quiebre puede convertirse en una mejora institucional histórica.
Si no, será apenas otra foto del desorden político local.
Cristian Joel Mutti
Nota completa en nuestra edición a papel
