El Fondo Monetario Internacional salió este martes a con un mensaje de apoyo al programa económico, que puso en evidencia la situación delicada que traviesa el mismo.
“El personal del FMI está trabajando de cerca con las autoridades argentinas mientras implementan su programa para afianzar la estabilidad y mejorar las perspectivas de crecimiento del país. Respaldamos su compromiso para garantizar la sostenibilidad del marco cambiario y monetario del programa, así como su adhesión continuada al ancla fiscal y a una agenda integral de desregulación”, escribió Julie Kozack, la vocera del organismo.
El comunicado fue rápidamente multiplicado en las redes sociales por los principales funcionarios del Ministerio de Economía. Como si se tratara de una cadena nacional digital, cada uno compartió el respaldo del Fondo para reforzar la idea de que, más allá de los cimbronazos políticos, el programa sigue en pie.
Sin embargo, el mercado eligió otra partitura. El riesgo país trepó en la jornada hasta rozar los 1.100 puntos básicos, un nivel que desnuda la desconfianza de los inversores. El contraste es brutal: mientras afuera se aplauden las promesas de estabilidad, adentro los precios de los activos se mueven como piezas de dominó.
El dólar oficial cerró en $1.425 en Banco Nación, con el MEP en $1.432 y el contado con liquidación en $1.436. El blue, termómetro callejero, se movió entre $1.385 y $1.395.
En la Bolsa porteña, el S&P Merval tocó un nuevo mínimo en más de un año, con acciones que apenas lograron un tibio rebote técnico. En Wall Street, las acciones argentinas oscilaron con volatilidad y los bonos en dólares ensayaron una leve recuperación de entre 2% y 4 %. En la jornada previa, el derrumbe generalizado había alcanzado los dos dígitos.
El mensaje del FMI no alcanzó para silenciar el ruido financiero, apenas la bajo unos decibeles.