Indescriptible congoja por el fallecimiento de Luis Rossetti

No obstante saberlo “entrado en años” y con algunos problemas de salud, el fallecimiento de Luis Rossetti (“Luigi”, en el popular reconocimiento comunitario), acaecido anteayer sábado 28 de junio, no dejó de sorprendernos y angustiarnos. Tenía 91 años de edad. Como fue un personaje muy reconocido y por ende entrañable, en éstos momentos de profunda y sincera tristeza nos damos a la tarea de recordar algunas facetas de su larga y provechosa vida.

Como es de conocimiento público, “Luigi” había nacido en Italia, en 1934. Era un niño entonces cuando le tocó vivir las desgarradoras alternativas de la Segunda Guerra Mundial, las que a nuestro requerimiento solía narrar con irrefrenables lágrimas.

Terminado ese conflicto bélico, innumerables familias italianas se radicaron en nuestro país. La familia Rossetti, lo hizo en Tandil. Como tenía que procurarse su sustento trabajando, fue fiel a su indeclinable convicción y se decidió por la peluquería. En 1958, Cuando tenía 18 años de edad, una madrugada descendió del tren para alojarse en la fonda de Lauri, ubicada frente a la estación ferroviaria. Al poco andar, se hizo cargo de la peluquería dejada por Héctor Aníbal Vázquez.

Ese comercio jamás cambió de ubicación: Avenida Dr. Pedro Solanet, entre su homónima Italia, y la calle Dr. Luis Pasteur. A partir de entonces hasta hace pocos años atrás, ese salón se convirtió en principal referente de quienes buscaban servicios distinguidos con los últimos cortes de pelo para hombres. A la par, mientras deslizaba su peine y tijera, con “Luigi” se podía hablar de música clásica (los grandes tenores) y popular, sobre sus clases de violín, de historia general y ni que escribir sobre el deporte que lo apasionó, el Ajedrez. No solamente fue un excelente ajedrecista en certámenes locales y regionales, sino que enseñó esa disciplina por el solo placer de hacerlo.

Fue un ser humano sumamente generoso. Ejerció gratuitamente su profesión de peluquero en el Hospital Municipal “Dr. Pedro Solanet” como en el Hogar del Anciano “San Francisco Javier”. También muchos de sus clientes faltos de dinero, anotaron sus nombres en la imaginaria libreta del “debe”, donde se borraban al poco andar. Colaboró con innumerables instituciones sociales, culturales y deportivas. “Sufrió” los continuos avatares del país que adoptó como suyo. No tenía preferencias políticas y por ende, no hacia distingos, pero seguía con encomiable fervor -y preocupación- la marcha de “su patria adoptiva”.

En los últimos tiempos y deteriorada su salud, se retiró a su domicilio ubicado en la calle Manuel Vilardaga 1252, donde era visitado por sus innumerables amigos y conocidos. Cabe convenir que lo mucho y bueno que se llevó a la eternidad éste convecino ejemplar, fue el respeto y reconocimiento de quienes habrán de extrañarlo ahora y siempre.

Sugerimos apelar al recuerdo (con una leve sonrisa) para observarlo a “Luigi” caminando por nuestras calles en mangas de camisa, en plena crudeza invernal, respondiendo los clásicos saludos pueblerinos. Falleció UN GRANDE, sin duda. También apelamos a la mayor sensibilidad del lector para que agregue a éstas líneas, lo que a nosotros nos faltó escribir sobre Luis Rossetti. Hay momentos como éste en que tamaña congoja obnubila todos los sentidos…

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