Mario Massaccesi: “La llave para salir de la cárcel interior la tenemos nosotros mismos”

El reconocido periodista y escritor llega a Ayacucho el próximo 15 de noviembre con su obra “Soltar para ser feliz”, una propuesta que combina humor, emoción y reflexión sobre el arte de liberarse de las ataduras internas. En diálogo con Joel Mutti y Vero Vargas, compartió su mirada sobre la felicidad, el dolor, la soledad y el poder de las palabras.

“Soltar para ser feliz” nació en una cárcel

El proyecto que hoy lo trae de gira por el país surgió, curiosamente, en un contexto donde la libertad era un deseo imposible. “La idea nació en una cárcel —cuenta Massaccesi—. Estábamos con Patricia Aleiro, la coautora, dando una charla a noventa mujeres detenidas con sus hijos. Cuando salimos dijimos: ‘¿Cuánta gente anda libre, pero está presa?’ Presa de miedos, de culpas, de mandatos, de trabajos sin pasión o de relaciones sin amor.” Aquella experiencia se convirtió en el punto de partida de un libro y de una obra que invitan a revisar las propias ataduras y a tomar conciencia de que muchas veces los barrotes son invisibles.

Massaccesi sostiene que la verdadera prisión no está afuera, sino adentro. “Esa cárcel interna donde estamos encerrados sólo se abre con una llave que nadie más tiene: la nuestra”, afirma. La propuesta de “Soltar para ser feliz” no ofrece fórmulas mágicas, sino una invitación a mirarse con honestidad. “Nadie puede transformar lo que no ve, y para ver hay que ponerle palabras. Si no le ponemos palabras a lo que nos pasa, no podemos trabajarlo.” Esa es, quizás, la esencia de su mensaje: la posibilidad de sanar empieza cuando nos animamos a decir.

Durante la charla, el periodista recordó que el proceso de escribir el libro y llevarlo al teatro también fue una forma de sanación personal. “El Mario adulto salvó al Mario de ocho años. Lo fui a buscar, lo escuché, lo abracé. Puse límites al sufrimiento. El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional.” En su historia personal hay heridas, silencios y pérdidas, pero también una profunda reconciliación con su pasado. Por eso asegura que hablar de lo que duele no es una debilidad, sino una forma de hacerse libre.


El dolor como parte de la vida y no como enemigo

Para Massaccesi, el dolor no debe negarse ni esconderse. “El dolor es el precio que pagamos por estar vivos. Es el golpe a la puerta de nuestra vida para empezar a ver qué herramientas tenemos”, reflexiona. En esa línea, agrega que cada emoción tiene un sentido: “Hay gente que vive enojada toda su vida y no soluciona nada. El enojo solo no sirve; lo importante es qué hago a partir del enojo.”

Durante la entrevista, recordó uno de los momentos más duros que le tocó atravesar: el asesinato de su sobrino en plena pandemia. “Ese hecho me dolió profundamente, pero pude ver que todavía nos teníamos unos a otros. La felicidad me permite atravesar el dolor sin sentir que se termina la vida”, expresó. Su visión no minimiza el sufrimiento, sino que propone integrarlo. “Yo creo que la felicidad es permanente. No impide que me visite la tristeza o la bronca, pero es un estado base. Cuando no estás atado a nada, bajás el nivel de frustración y te volvés más libre.”

Massaccesi insiste en que el error más común es confundir felicidad con acumulación. “Si la felicidad depende del tengo, estás sonado. Porque cuando no tenés eso, sos un infeliz. En cambio, cuando aceptás quién sos y lo que tenés, ahí empieza la verdadera libertad.” Esa libertad —dice— no tiene que ver con lo material, sino con la capacidad de decidir, perdonar y soltar lo que ya no suma. Por eso, en cada presentación de su obra, invita al público a reflexionar sobre qué cosas todavía los tienen presos y qué están dispuestos a dejar ir.


Aprender a estar solo y a escuchar el silencio

Otro de los temas que atravesaron la conversación con los periodistas fue el vínculo con la soledad, una palabra que para muchos resulta incómoda pero que Massaccesi resignificó con el paso del tiempo. “Antes era una soledad impuesta por el miedo. Hoy la elijo, porque me gusta estar solo. Es una soledad muy concurrida: me tengo a mí y tengo muchas vidas alrededor.” Esa frase sintetiza su madurez emocional y el cambio de paradigma que propone: dejar de ver la soledad como un vacío y empezar a verla como un refugio elegido.

“La soledad y el silencio son buenos consejeros si los usás a tu favor”, asegura. En su experiencia, el silencio no es ausencia de sonido, sino un espacio donde el cuerpo y las emociones hablan. “El cuerpo habla. Lo que callamos, el cuerpo lo grita. Por eso es tan importante escucharse.” Con la misma serenidad con la que habla de la vida, también se refiere a la muerte, un tema que suele esquivarse en la conversación cotidiana. “Creo que después de morir me voy a encontrar con mi mamá. Le voy a decir que está todo bien, que no se culpe por lo que vivió. Yo no pienso la muerte como el final, sino como continuidad.”

Para Massaccesi, la clave está en reconciliarse con todo lo vivido. “No espero más a nadie. Todo lo que necesitaba que me dieran, ya me lo doy yo.” Esa frase resume el mensaje central de “Soltar para ser feliz”: dejar de esperar que las respuestas o la salvación vengan de afuera. La libertad —dice— no se conquista mirando al otro, sino hacia adentro.


Con una mezcla de ternura, humor y verdad, Mario Massaccesi convierte cada presentación en un encuentro profundo con el público. Su obra no busca enseñar, sino acompañar. En cada historia, en cada silencio, en cada risa compartida, hay una invitación a mirar la vida con menos carga y más amor. Y en tiempos de tanto ruido y tantas prisas, su mensaje suena más necesario que nunca: “Soltar no es perder. Es ganar ligereza para poder ser feliz.”

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