La boxeadora argentina Alejandra “La Locomotora” Oliveras falleció este lunes a los 47 años en el Hospital José María Cullen de la ciudad de Santa Fe, tras no superar las secuelas de un accidente cerebrovascular isquémico sufrido hace dos semanas.
La múltiple campeona mundial, símbolo de garra, sacrificio y superación, había sido internada de urgencia el pasado 14 de julio. Luego de una intervención quirúrgica que buscó aliviar la presión intracraneal, permaneció en coma inducido con asistencia respiratoria. Si bien en los últimos días se había informado de leves signos de respuesta motora, su cuadro neurológico era irreversible.
El deceso fue confirmado por fuentes médicas y familiares en las primeras horas del lunes.
Una historia que inspiró a miles
Nacida en El Carmen, provincia de Jujuy, Alejandra Oliveras no fue solo una leyenda del boxeo femenino: fue una mujer que se forjó a golpes de coraje. Desde la pobreza más dura, desde el maltrato y el dolor, supo abrirse camino y hacer historia arriba del ring. Fue cinco veces campeona mundial en distintas categorías, una hazaña sin precedentes en el boxeo argentino.
Su estilo aguerrido, su energía indomable y su carisma dentro y fuera del cuadrilátero le valieron el respeto del ambiente y el cariño del pueblo. “La Locomotora”, como la apodaron, jamás se detuvo. Se convirtió también en entrenadora, motivadora y referente de las causas sociales, denunciando el abuso, la violencia y promoviendo la inclusión.
Un legado imborrable
La noticia de su fallecimiento generó una profunda conmoción en todo el país. Deportistas, colegas, fanáticos y personalidades públicas la despidieron con mensajes sentidos. Para muchos, Alejandra no fue solo una campeona del boxeo, sino una campeona de la vida.
“La vida me golpeó más que cualquier rival”, solía decir. Y aún así, nunca se rindió.
Sus restos serán velados en su ciudad natal, donde ya se preparan homenajes en su honor. La Locomotora se detuvo, pero su fuego no se apagará jamás. Su historia seguirá inspirando a generaciones.
